jueves, 12 de febrero de 2015

Ella no está


Comé eso, se te va a enfriar.

Lo que menos quiero yo es comer. 
Ella me está esperando en nuestra esquina,y yo, encerrado en estas cuatro paredes, con una madre que no me quiere ni ver. ¿Qué hago? ¿Me voy? Nunca dejé sola a Mamá. Me da culpa. Pero ella no me trata bien. Mandato social versus sentimientos. No sé que hacer.

Te dije que comas,Santino, yo no cocino para que la comida se enfríe. Poné un poco de esa música que oís vos, a ver si sirve de algo. Al menos quiero comer relajada una vez en la vida. Vamos Santino, no tengo todo el día.
 Me levanto y pongo a sonar un disco de Sinatra. Espero que con eso se calme.

Mamá había tenido muchos problemas en su vida. Lamentablemente yo me llevo la peor parte: sus descargos.

No puedo dejar de pensar en ella. Hace diez minutos que está esperando. Y yo lidiando con una persona sumamente agresiva y malhumorada.

No se de donde saqué valentía para levantarme de la mesa. Agarro mi campera y me dirijo a la puerta.
¿Adonde vas Santino?
Me están esperando.
Salgo corriendo, mirando a todos lados, perseguido. Vivir con Mamá es horrible.

Ella no está.
La busco por todas partes. En las casas, en los árboles, en nuestra esquina, en la otra esquina, en la cuadra siguiente. No está.
Desesperado,la llamo, pero no me responde. ¿Estará bien?

La gente me mira, me pregunta si necesito ayuda. Mi cara debe estar poseída.

Anhelaba tanto ese encuentro, y ella... No está.


Me siento en un banco de la plaza, espero media hora. Trato de calmarme.
Tengo que llegar a casa y lidiar con Mamá, además de tener el corazón roto.

Camino llorando. Nada me importa ya. La gente me sigue mirando. Mi pena es amarga.


Llego a casa.
Escucho a Mamá hablando muy entretenida. Chistes. Risas. Carcajadas.

Entro a la cocina y veo la situación:

Ella y Mamá. 
Mi chica y mi Mamá.
La que se iba a encontrar conmigo, sentada en mi lugar.
¿Qué?



Antes de que yo pueda abrir la boca, Mamá dice:

Y este es mi hijo, Santino. Nene, ella es mi amiga, Lucy.

La miro con ojos rabiosos, ella me mira queriendo decir algo que nunca dijo.

Pretendo que no la conozco, me siento con ellas.

Mamá dice algo que me deja pálido:

Lucy me estaba contando que dejó plantado a un chico con el que se iba a encontrar. ¡JAJAJAJA! ¿No es una genio? Nos estábamos riendo de eso antes que llegaras.
Mamá no para de reírse.
 Lucy se pone pálida.
Jamás pensó que su picardía podía jugarle en contra, y que su amiga era MI MAMÁ. 
LA MAMÁ DEL CHICO DEL QUE SE ESTABAN RIENDO.


Me retiro. Las dejo conversar tranquilas.  
Digo eso y me voy, con dolor, mirandola a los ojos. Ella se siente culpable. La veo aterrada.

Subo las escaleras y un mensaje de texto llega a mi teléfono celular:


Te pido perdón.
Lucy. 



F. 




miércoles, 11 de febrero de 2015

Paranoia.


Ese día despertó más temprano que nunca. 

No quería levantarse, pero debía hacerlo. 
Miraba hacia el ventanal, tratando de volver el asunto cada vez más lento, hasta que estiró una pierna, luego la otra y se levantó de la cama. 
Estaba muy dormida. Es por eso que quizás no se había percatado que su pie se había pinchado con un vidrio. Eso le molestó tanto. Ella no deseaba comenzar su día de esa manera. 
Molesta, se puso sus pantuflas favoritas (esas que escondía de todas las visitas, porque eran muy ridículas) y salió de la habitación. 
Acomodó su cabello y se quedó viendo el piso del pasillo. 
Vidrios. Muchos vidrios. Por todas partes.

Ella se quedó estupefacta. ¿De dónde había salido todo eso? 

Retrocedió su mente hasta el día anterior. ¿Algo estaba roto en la casa? 

No. Ella vivía sola y nada se le había roto en esos días. 

Se asustó mucho. Comenzó a sentirse paranoica. Quiso ir a la cocina a buscar un cuchillo pero, claro, la cocina también estaba repleta de vidrios. 

Corrió por toda la casa. No podía creer lo que veía. Muchos vidrios, de todos colores y formas.
 
Pellizcó su piel. ¿Estaba soñando?

No, ella estaba despierta. Muy despierta. 

Sentía la sangre corriendo por su cuerpo, sus venas. Nunca había sentido tanto miedo e intriga. 
¿Qué era lo que pasaba?

Quiso usar el teléfono, pero estaba lleno de vidrios
Quiso escapar,pero luego pensó que esa no sería la solución. 
Quiso tirarse en el piso y llorar, pero se le incrustarían vidrios de esa manera también.

Desesperada, fue hasta el baño y quiso lavarse la cara, a modo de olvidarse del asunto. 
Lo que sucedió la dejó atónita. 

Vidrios saliendo de la canilla, como si fueran agua. 

Ella gritó muy fuerte, corrió otra vez. Estaba muy alterada. 

La cocina parecía tentadora otra vez. Decidió comer algo, antes de seguir develando el misterio de los vidrios. 

Pero claro, abrió su heladera para encontrar toda su comida llena de vidrios.
 La cerró dando un estruendo, temblando. Estaba perdida, confundida. 

Por último, volvió a su habitación. 
Resignada, se tiró en la cama, rogando que nadie toque la puerta. Ni siquiera quería atender el teléfono. 

Apoyó su cabeza en la almohada, y sintió algo que la incomodaba. 

No era un vidrio, era un papel. 

Éste decía: 

Hola, soy yo. Se me ocurrió hacerte este regalo para que aprendas y veas lo que hiciste con tu vida, hasta este punto. Los vidrios que encontraste son los corazones que partiste. Hice una reunión y junté a todas las personas a las que nos hiciste daño. No nos podíamos quedar de brazos cruzados. Espero que cuando se te ocurra juntar todos los vidrios (o nuestros corazones, mejor dicho), te mueras de dolor. ¿Todo vuelve, has visto? Que lo disfrutes. 



F.

martes, 10 de febrero de 2015

Reunión de insanos



Éran cuatro insanos. 


Dos no se conocían mucho, y entre los otros tres se tejían redes confusas. Fueron a parar a un lugar paradisíaco. Una isla grande, de agua limpia, cielo claro y vasta vegetación.

No sabían como ni porqué, pero de repente algo surgió.
Insano 1 dijo: "Este es el mejor lugar para ahogar todos nuestros demonios. Miren cuánta agua. ¡Y qué cristalina! Vamos a poder observar como se hunden de a poquito"
Insano 3 le respondió: "Yo prefiero quemar mis demonios. Que ardan Y no verlos nunca más. Que les duela tanto fuego."
Insano 2, mirando de reojo, dijo: "A mi me gustaría enterrar mis demonios. Ahí no van a tener manera de escapar. Abajo de mis pies, así los piso cada vez que vengo aquí."
Esperaban la respuesta de un tardío Insano 4. Él los miró y les dijo: 
"¿Sabén que sería lo mejor? Juntar a todos nuestros demonios, ponerlos en una avioneta y que se vayan a otros horizontes. Lejos."
Luego de pensar por un rato, Insano 1 le dijo a Insano 4: "Pero si se van en la avioneta... quizás encuentren nuevos cuerpos donde residir "
Insano 4 respondió: "De eso se trata mi amigo. La vida es un remolino. Lo que termina en mí, empieza en vos. Lo que yo tiro, otro lo usa. Así. Un constante boomerang incesante. Alguien va a querer nuestros demonios"
"Hagámoslo de una vez" Insano 3 estaba impaciente. 
Agarraron sus demonios de las orejas, los ojos y el cabello. Se pusieron a hablar entre todos, como despidiéndose. 
Insano 1 le dijo a sus demonios:" Adiós, tardes de soledad. Ojalá algún muchacho las necesite más que yo."
Continuó Insano 2: "Adiós, ganas de matar, no las necesito. Aprendí que le hacen mal a mi alma"
Insano 3 prosiguió: "Acá van mis peleas con todo el Mundo. Quiero paz y tranquilidad"
Insano 4 lloraba. Sin poder decir mucho.


Y así,  el sol iba cayendo y los insanos celebraban. Eran LIBRES. Libres de lo feo, de lo malo, de lo envenenado. Libres de los defectos.
Podían estar en paz.


F.